Agosto de 1938. Dos barcos pesqueros,
San Fausto y Con, salen del puerto de
Algeciras, su puerto base. Pescaron en el banco canario-sahariano. Al regreso,
a la altura de Cabo Cantín, al sur de Casablanca, se encontraron un destructor
inglés repostando de un buque nodriza. Saludaron con arreglo al protocolo:
izando y arriando tres veces la bandera del bando sublevado en cuyo poder
estaba Algeciras, ciudad de su residencia. Sorprendentemente, el destructor “inglés”
arrió la bandera inglesa e izó la republicana. Ordenaron a la tripulación de
los pesqueros parar, abandonar el barco y pasar a unos botes que lanzaron del
destructor.
Explicaron:”no
somos barco inglés sino el destructor republicano José Luis Díez, hemos quedado
aislados en el Cantábrico y el gobierno de la República nos ordenó
incorporarnos a Cartagena, única base en nuestro poder, En un astillero
francés, en Le Havre, nos disfrazamos de destructor inglés, navegamos a
doscientas millas de la costa para no ser detectados y sobrepasamos el Estrecho
hasta Casablanca, donde nos esperaba el buque nodriza para repostar y tener
autonomía hasta Cartagena”. Acomodaron a los 24 pescadores en el sollado de
fogoneros y entraron al Estrecho sigilosamente, de noche, luces apagadas. Lograron
evitar ataques hasta la altura de Punta Europa, donde les atacó el crucero
Canarias, dejándolo escorado y seriamente averiado. Consiguió refugiarse en
Gibraltar. Fueron a recoger a los 24 pescadores: el sollado de fogoneros no existía,
en su lugar había un enorme boquete. De los pescadores, ni rastro.
No
es un guión de cine ni un relato corto. Es una realidad histórica que
permaneció ignorada o silenciada durante setenta años. Investigadores del IECG
como Luis Romero, José Algarbani o José Regueira lo sacaron a la luz. Regueira
pudo contactar con familiares de Enrique Pereira, patrón del San Fausto y conjuntamente lograron
aclarar los hechos, identificar los 24 pescadores, localizar a sus familiares y
dedicarles muy emotivos homenajes en Cádiz y en Galicia. El viernes 8 de marzo
a las siete y media de la tarde será el homenaje definitivo en el Auditorio
Millán Picazo de Algeciras. Dos historiadores explicarán los hechos con proyecciones de documentos y
fotografías de los momentos más culminantes del incidente. Dos catedráticos de
Literatura les dedicarán poemas y textos literarios. María Oliva, Patrona Mayor
de la Cofradía de pescadores algecireña hará extensivo el homenaje a todos los
pescadores, cuya tremenda problemática actual expondrá. Y Pedro Castilla
presentará su libro Soltando Amarras, inspirado
en estos hechos.
Un
acto especial. En el que intervendrá una algecireña especialísima. Tanto que, a
sus 76 años, conocerá su ciudad natal. Manuela Pereira es la única hija viva del
patrón Enrique Pereira. Nació aquí el 17 de Julio de 1.936, el día que se
inició la Guerra Civil. Se refugió con su familia en Gibraltar, donde está
bautizada. Regresaron a Algeciras. A los dos años, huérfana de padre, tuvo que
abandonar su ciudad natal, a donde no ha vuelto. Lo hará el 8 de Marzo, para el
homenaje a su padre y sus 23 desgraciados compañeros. Es difícil imaginar un
escenario más emotivo. Hoy es una leyenda dentro de la ilustre institución del
Cottolengo, dedicada al cuidado de minusválidos físicos y psíquicos. Así lleva
sesenta años. Alguien la ha calificado la nueva Madre Teresa de Calcuta. Lo
dicho: una algecireña especialísima.