Artículo XVIII de la serie "El Cortijillo" (Foto Rosa Estorach) |
INGRATITUD, CONDICIÓN HUMANA
Empezaré confesando un secreto a voces, que no son simpatías las que me generan el Real Madrid, que el blanco no
está en mis preferencias a la hora de elegir color. Que esos sentimientos no me
impiden para nada reconocer la grandeza de ese Club, el más laureado del mundo.
También confieso que...
hay un jugador que ha despertado en mí una grandísima admiración, tanto dentro como
fuera del terreno de juego que no es otro que Iker Casillas.
Pues bien ese magnífico guardameta en lo deportivo y
un señor en la vida diaria, cuando estoy
redactando el presente, lo está pasando
mal, siendo cuestionado por gran parte de la afición, la prensa especializada y
no especializada, pero lo peor de todo recibiendo abucheos de un gran número de espectadores del Santiago Bernabéu,
su casa de toda la vida
A mi entender muy personal, el Madrid si no hubiese
encontrado a Casillas, posiblemente al día de hoy tendría alguna copa de Europa
menos, no solo copas de Europa y otros títulos de alcance. Estoy totalmente
seguro que nuestra Selección, esa generación maravillosa de jugadores
irrepetibles, de no haber estado Iker en la portería no hubiese encadenado esos
tres triunfos que ninguna selección ha
sido capaz de conseguir, Eurocopa, Mundial, Eurocopa, es cierto que él solo no gana los títulos, pero sin él no se
hubiesen ganado.
Aunque lo parezca para nada les voy hablar de
fútbol, si les cuento todo esto es a modo de ejemplo, como paradigma de una
realidad palpable, donde lo bueno es efímero y lo malo perdura, donde pronto
olvidamos las acciones buenas de los demás y al menor fallo somos implacables, adonde
el perdón, la compresión el reconocimiento de buenas acciones pasadas no cuentan.
Cuántas veces hemos comentado que obsequias con cien
favores a una persona si al ciento uno no quieres o no puedes, los cien
anteriores no sirven de nada, te equivocas con alguien el cual debe estar
agradecido, simplemente que olvides o no te percates de saludar es motivo suficiente para caer en desgracia .
No solo es eso aún hay
más y peor. Con suma facilidad les damos
créditos a los chismes, calumnias o
cualquier episodio negativo del prójimo sin pararnos a comprobar si son
ciertos o no, basta que sean perjudiciales para creerlos
a pies juntillas, por el contrario cuánto cuesta reconocer lo bueno, si
es que llegamos a reconocerlo. Calumnias que algo quedará dice el proverbio.
Contar un chisme, levantar un falso testimonio, es como arrojar barro a una pared limpia. Tal
vez no se quede pegado, pero siempre dejará una huella.
Soy consciente que generalizar no es lo correcto, que
no todos somos iguales, que existen personas justas y ecuánimes, me gustaría creer
que hay más de lo último, que mi escrito no tiene fundamentos de veracidad,
¡ojalá! estuviera equivocado
La virtud
misma no puede librarse de los golpes de la calumnia, eso lo dijo un tal
Shakespeare.
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