EL DEVORADOR DE RECUERDOS
Descubrí que el mundo ya no
giraba a mi alrededor desde el momento que le vi desaparecer entre las sombras.
Hasta ese mismo instante me
consideraba un ser privilegiado, el movimiento del aire se aliaba con el vaivén
de mis ropas y el sol acariciaba mi piel con tanta delicadeza que suscitaba la
pasión al pasar…
Las noches eran como puro
terciopelo y el despertar todo gozo.
La envidia era mi eterna
seguidora y el amor… ¿el amor? No me planteé jamás el significado de esa palabra hasta ese breve instante en el
que la capacidad mental se transformaba en un gran vacío y todo aquello que me
había rodeado se fue desvaneciendo y transformando en enemigos que me acechaban
tratando de anularme como ser, quise rescatar mi nombre y busqué en aquel
profundo y oscuro agujero en el que se perdían todos mis recuerdos…
(Rosa Estorach)
Así es como yo veo
ésta terrible enfermedad, una enfermedad que destruyó a mi padre manteniéndolo
ocho años dependiendo de las personas que le queríamos.
Mi padre, con una
personalidad capaz de desarrollar mil actividades distintas… cayó en sus
garras, atrapándolo como el insecto que cae en la telaraña e igual que la
araña... le fue succionando cada uno de sus recuerdos hasta robarle toda su
identidad.
El Alzheimer no
solo roba la identidad del enfermo, también… la capacidad de movimientos hasta
el punto de alcanzar con sus largos tentáculos a todas aquellas personas que le
cuidan, les arrebata sus fuerzas físicas y psíquicas, ya que las necesidades
del paciente son tan intensas… que crea una dependencia extrema no dándoles
tiempo ni para descansar.
Con la ley de la
dependencia y los centros de día se ha aliviado, en cierta medida, el
agotamiento de los familiares proporcionándoles un mínimo de receso, espero que
nuestros gobernantes no olviden el sufrimiento de estas personas y sigan
proporcionando éstas ayudas...
.
No se por qué hoy me he levantado pensando en ti. Recordando tus movimientos, tu mirada que lo decía todo, tu nobleza de carácter causándome una profunda admiración; tus historias llenas de franqueza, que se dibujaban en la expresión de unos grisáceos ojos que me acariciaban con su bondad...
Te dejabas llevar guiado por tu buena fe en las personas, no te importaba que te defraudasen, siempre encontrabas una excusa para disculparlas.
Te sentía siempre cerca de mí, transmitiéndome tu pasado, haciéndome depositaria de aquella cruel guerra entre hermanos, en la que sobreviviste gracias a una forzada decisión que te dejaría marcado en el recuerdo… el de ver morir a tus amigos mientras cruzaban el río Ebro a nado, tú elegiste morir en su margen bajo un fuego cruzado, ya que no sabías nadar y quizás fue eso lo que te salvó, puesto que la maldita munición se descargó sin piedad sobre tus compañeros que en su desesperada huida no dudaron en tirarse al río.
Fuiste un emigrante a tierras andaluzas, donde te ganaste el respeto y el cariño, desgranando cada terrón de esa noble tierra entre tus manos, llegando a amarla tanto… que quisiste formar parte de ella.
Triste se me hace recordar… aquel navegar tuyo sin rumbo, aquella mirada vacía, aquella palabra muda, aquel caminar dormido…
Triste se me hace pensar… que una enfermedad llamada Alzheimer, fue, si cabe, más cruel que la misma batalla del Ebro.
Y hoy… te recuerdo en tu partir como viajero hacia ese nuevo mundo. Vi como tus ojos se inundaron de amor, recobrando la luz para despedirte de mí y en aquella despedida que bañó mi rostro de lágrimas… alguien puso una mano en mi hombro y te dedicó unas palabras inolvidables “Hoy se nos va un caballero”
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