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sábado, 13 de septiembre de 2014

JOSELITO (De la serie "El Cortijillo" Por Francisco Quirós "Pacurro")

Artículo XIV de la serie "El Cortijillo"



JOSELITO
José Gómez Domínguez, más conocido como Joselito el del Bar, o como “EL Pollero”, el segundo apodo desconozco por donde le viene ya que según el diccionario de la Real Academia, pollero equivale a (Persona que tiene por oficio criar y vender pollos), esa actividad para nada la ha practicado nuestro protagonista.

Lo que ha hecho muy bien y van más de sesenta años, es trabajar detrás de la barra de un bar. En 1950 su padre junto con su familia se instalan en Tesorillo, arrendando lo que hoy es el bar El Amanecer, conocido como Bar Fernando, nombre de pila del padre de José, pronto muy pronto con apenas diez años José comienza ayudar en el negocio familiar, tomando cada vez más responsabilidad hasta llegar a regentarlo por completo. A mediados de los años sesenta finaliza el arrendamiento y se traslada a la calle Real, ya con local propio, donde permanece al día de hoy.
Años 67 0 68, le acompañan a la derecha José Albarrán Troya, a la izquierda José María Macías, un camarero que venía a trabajar las ferias.
 

Es en ese lugar donde descubro sus cualidades humanas y profesionales, era todo un espectáculo ver como ese pequeño gran hombre, atendía a los clientes, llevaba la cocina, plancha incluida, todo ello a una velocidad de auténtico vértigo, no necesitaba anotar nada, mentalmente conocía perfectamente lo que habíamos consumido cada uno de los presentes, sin tener que esperar solo el tiempo prudencial, todo ello con el local a tope de clientes. Para nada tenía distinción por condición social, para él todos éramos iguales a todos trataba con la misma cortesía y amabilidad y nadie podía sentirse discriminado, olvidado o menospreciado, circunstancia no muy habitual por aquellos entonces.

José cuenta en la actualidad setenta y un año, días pasado estuve en su bar, él lógicamente está jubilado pero ayuda a su hija, lo encontré detrás de la barra, su hábitat natural, estuvimos charlando de su trayectoria profesional, de esos años de juventud cuando devorábamos las ensaladillas rusas acompañadas de cañas de cerveza, discutíamos de fútbol que era de lo poco que se podía discutir. No puedo ni debo olvidar que generosamente nos daba crédito cuando la cartera estaba canina del todo.

Por cierto, su local conserva todavía ese sabor añejo y nostálgico a tasca, donde los presentes están juntos y revueltos, con varias conversaciones a la vez muy distintas entre sí, participando todos en todas, llegando a entenderse perfectamente respirándose un clima de cordialidad y buen ambiente.

Lógicamente ha perdido facultades físicas, ya no es ese corre caminos encima de la tarima, aunque se encuentra en muy buena forma, lo que no ha menguado ni un ápice es su calidad y su calidez como ser humano, mantiene la misma sonrisa, el mismo fino sentido del humor, el temple de siempre, maneras que a pesar de su baja estatura le hace ser grande, muy grande.

No estaría mal, que algunos de los actuales propietarios o explotadores de bares, sin señalar a nadie, tomasen nota de nuestro Joselito, tratasen de emularle porque ser cortés, educado y amable no cuesta tanto.


Pacurro.-


 
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