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lunes, 3 de noviembre de 2014

UN CASO SIN RESOLVER (De la serie "El Cortijillo" Por Francisco Quirós "Pacurro")

Artículo XXI de la serie "El Cortijillo"
(Foto Rosa Estorach)

UN CASO SIN RESOLVER


No todos los casos policiales se resuelven desgraciadamente, aunque podamos presumir de tener unas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad muy efectivas, pero no todas las fechorías cometidas se descubren al o los autores.

En España, tenemos casos relevantes como el Crimen de los Galindos, acontecido en 1975 donde cinco personas fueron asesinadas y los criminales jamás fueron revelados, por cierto ese crimen ya ha prescrito. Hay otros más recientes como los asesinatos de dos mujeres Soledad Donoso en 1992 y Sheila Barros en 2006, etc. Pero para nada este escrito quiere ser macabro o funesto, les voy hablar de un caso que quedó sin resolver y que tuvo su transcendencia en nuestra población...

El tema tiene que ver con la escatología, para que nos entendamos y perdonen lo directo del lenguaje con las “cagadas”. Hay que remontarse al invierno de 1968, una mañana en los escalones de una determinada vivienda aparecieron restos orgánicos, que una vez examinados concienzudamente resultaron ser de animales de dos patas, cuentan las crónicas que por la cantidad los expendedores de tan desagradable materia tuvieron que ser más de un animal de dos patas , so pena que estuviésemos ante un auténtico glotón, que todo pudo pasar.

La noticia circulo de boca en boca, era la comidilla en las mujeres comprando el pescado, los hombres en el bar, en la carnicería por supuesto que los niños también nos hicimos eco de tan desagradable suceso. No habían pasado más de tres días cuando en otra vivienda en sus escalones depositaron otro presente de idénticas características , esta vez el regalo le toco a un buen hombre, bonachón por naturaleza, buena gente pero un tanto bocazas, esta persona difundió la noticia por doquier, prometiendo que no pararía hasta encontrar a los culpables a los cuales les daría su correspondiente escarmiento, que estaría vigilante para que no fuese otra vez víctima de tan atroz crueldad, ¿se imaginan lo que ocurrió?, a las pocas fechas esta misma persona recibió otro idéntico presente si cabe aún mayor.

 El los autores, se convirtieron en cagones en serie, las “majadas” siguieron apareciendo en diferentes domicilios, sin saber que hilo conductor los unía. El Sargento de la Benemérita a la sazón Comandante de Puesto, un hombre con una brillante hoja de servicios, en sus méritos profesionales constaban, atrapar a un roba-gallinas, incautar una partida de tabaco de contrabando procedente de Gibraltar a unos mochileros de la Serranía de Ronda, el desmantelamiento de un campamento de gitanos errantes que se asentaron en los bajos del puente del rio, entre otros destacados servicios, le avalaban como un excelente profesional. Él se hizo cargo personal de la investigación, ya que los hechos estaban sembrando la alarma en la población y como la mayoría de las deposiciones aparecieron en las residencias de las personas más pudientes e influyentes la ocasión lo requería.

Según investigaciones de este servidor de ustedes, el Jefe del Puesto ideo una estrategia para atrapar a los criminales, a parte de la pareja de uniforme que todas las noches hacia el servicio llamado de correrías, otros guardias y el mismo sargento de paisano, se apostarían en los puntos estratégicos del pueblo y solo era cuestión de tiempo.

Se deduce que el cabecilla de la banda era hombre hábil e inteligente, además conocía perfectamente la vida social y los movimientos de la Guardia Civil, emulando al Zorro o el Tulipán Negro desafió a las fuerzas del orden, tuvo la temeridad de perpetrar su delito en la puerta del Cuartel que estaba ubicado en la calle Cuesta, conocido como de los Carabineros, ya que lo fue de ese cuerpo hasta su disolución y posteriormente fue Casa Cuartel de los Guardias que prestaban su servicio en la desaparecida estación de ferrocarriles de Castellar. Ello indigno más si cabe al perspicaz sargento, en su diaria partida de dominó en el Bar Central, a la pregunta de uno de los compañeros de partida que si se atreverían con el Cuartel, a lo que el suboficial respondió, no creo que tenga cojones, nada más se habló del tema aquella tarde.
 
 
A la mañana siguiente a que ¿se imaginan ustedes donde aparecieron los detritus orgánicos?, pues si, en la puerta de Casa Cuartel de la Guardia Civil de San Martín del Tesorillo, no cabe mayor osadía.

Las acciones delictivas cesaron, los autores de dichos actos quedaron en la más absoluta impunidad, hasta el día de la fecha nada se sabe de ellos.

Si alguien sabe algo puede comunicarlo a este blog, le aseguramos que guardaremos el secreto o si lo desean puede hacerlo desde el anonimato, solo pretendemos resolver un caso que no tuvo resolución en su día. Por cierto si vive algunos de los autores, decidles que según la Ley de Enjuiciamiento Criminal el caso ha prescrito.

 
 
 
 
 
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