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ESTA semana nos hemos desayunado con la mosqueante noticia de que la Agencia Andaluza del Agua, a través de su Distrito Hidrográfico Mediterráneo, acaba de elaborar un anteproyecto para la construcción de una gran presa en el río Guadiaro que servirá no sólo para satisfacer las necesidades de la población campogibraltareña, sino también para abastecer a la Costa del Sol occidental en situaciones de "extrema sequía".
Presiento que la idea de levantar esta gran obra hidráulica en el término municipal de Jimena va a generar polémica en la comarca, como ya sucedió hace algunos años cuando se habló de trasvasar agua a las localidades de la costa malagueña, y no precisamente por falta de solidaridad, sino más bien por el destino final que se pueda dar en la vecina provincia a ese caudal, teniendo en cuenta la presión que en este sentido siempre han ejercido, y siguen haciéndolo, los propietarios de los numerosos campos de golf que hay en esa zona.
Yo soy partidario de la teoría de que el agua es un bien común y que, como tal, resulta injusto que se niegue su distribución. Es más, considero vergonzosas las disputas que ha habido en otras comunidades autónomas a raíz de los pretendidos trasvases que se han planteado en Aragón o Murcia, por poner sólo dos ejemplos en los que el agua ha sido utilizada como un arma arrojadiza para otro tipo de contiendas que más tienen que ver con las luchas partidistas que con la correcta gestión de este servicio.
Sin embargo, también censuro el mal uso que, en muchos casos, se da a un bien que en determinadas zonas y también épocas resulta escaso, y que en gran medida se desaprovecha en iniciativas de ocio que traspasan las prioritarias necesidades de consumo humano o de actividades económicas que suponen el modo de vida de muchas familias, como ocurre por ejemplo en el caso concreto del río Guadiaro con la agricultura, que mientras no se demuestre lo contrario continúa siendo uno de los sectores productivos más importantes de poblaciones como San Martín del Tesorillo.
Por eso mismo creo que es como para estar con la mosca detrás de la oreja, porque en esta comarca ya estamos muy acostumbrados a que nos vendan motos que luego no lo son.
La Consejería de Medio Ambiente debería, antes de seguir adelante con este proyecto, garantizar con los pertinentes estudios técnicos que el Guadiaro se se va a ver afectado seriamente por esta enorme obra hidráulica, como se han lanzado ya a advertir algunos grupos ecologistas, porque ello acarrearía graves consecuencias para la economía del Campo de Gibraltar.