HOY me siento especialmente orgulloso de mi pueblo o, mejor dicho, de mis pueblos. Porque aunque soy de Guadiaro, una pedanía de San Roque o la zona norte de San Roque, como lo bautizaron no hace mucho algunos negacionistas sanroqueños, soy también de Algeciras, de Jimena, de Los Barrios, de Castellar, de Tarifa, de La Línea, de Tahivilla, de Facinas, de San Martín del Tesorillo, de Gibraltar. Siento que mis raíces y mis anhelos andan por esas tierras, marcadas con hierro candente durante décadas por noticias que escupe la frontera pura y dura en forma de alijo, aprehensiones de droga, altos índices de cáncer, contaminación, inmigrantes muertos en las playas o en los bajos de un camión, etc.
Pero hoy, como he dicho, estoy orgulloso de que Algeciras y el Campo de Gibraltar salgan en los papeles por dos niños, los hermanos Javier y Andrés Mariscal Puertas, que, gracias a la Ley de Reproducción Asistida aprobada en el Congreso de los Diputados en 2006, son actores principales de un milagro científico: el primero ha curado al segundo de la betalasamia mayor, una enfermedad que reducía sus expectativas de vida no más allá de los 35 años.
Mientras los médicos del Virgen del Rocío de Sevilla hacían su trabajo, Soledad Puertas, la madre de los críos, rezaba todos los días en la capilla de la Virgen del Rocío y se hacía acompañar por las estampitas del Sagrado Corazón, de Santa Ana, de la Virgen de Fátima y, posiblemente, del Greñúo para garantizarse que el milagro del nacimiento de Javier y de la curación de Andrés llegaran a buen puerto. La ciencia y la fe de Soledad obraron finalmente el milagro científico: los médicos y los santos y las vírgenes de la madre de Javier y Andrés se aliaron para conseguir la curación.
Por todo ello, no entiendo que desde las altas instancias de la Iglesia Católica se quiera ahora cuestionar un milagro en el que, sin duda, los santos y las vírgenes se han visto implicados activamente por la devoción que Soledad les ha manifestado. Por eso, me resulta difícil de creer que se le pueda negar el bautismo a Javier. Entre los sacerdotes del Campo de Gibraltar que conozco, a más de dos -especialmente un cura de corazón puro que conoce bien el negociado de la Virgen del Rocío- no les temblará el pulso si tienen que echarle el agua al niño.
En cuanto al nombre del futuro centro de Salud, bien haría el alcalde de Algeciras en ponerle 'Centro de Salud Javier y Andrés Mariscal Puerta'. A los médicos, a los médicos que han traído al mundo a Javier y han curado a Andrés, yo les cantaría una saeta o dos.