Recién comenzado el 2009 en el que todo el mundo nos hemos deseado PAZ, SALUD Y TRABAJO… me ha causado una gran impresión, este artículo publicado en el espacio “opinión” del diario Europa Sur por POSTDATA Rafael Padilla, titulado: “LA PEOR HIPÓTESIS” y aunque no tenga nada que ver con Tesorillo, he querido publicarlo aquí porque sí que tiene mucho que ver con la crisis que estamos atravesando.
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- No recuerdo un año que naciera con perspectivas económicas más negras. Si uno tiene la curiosidad de consultar las previsiones de la inmensa mayoría de expertos para este 2009, se encontrará con catástrofes sin cuento: una rápida y profundísima bajada del empleo, el riesgo cierto de deflación, el aumento vertiginoso del déficit público, la pérdida casi ruinosa de las reservas que soportan nuestros sistemas de cobertura, el augurio de una destrucción masiva del maltrecho tejido empresarial, las dudas agravadas sobre la sostenibilidad del sistema financiero… Desgracias todas destinadas a confluir en los próximos doce meses, asumidos ya como los más duros y difíciles del último medio siglo.
Con todo, el riesgo más funesto, la peor hipótesis, es la que nos avisa de un posible estallido social, cuya magnitud nadie se atreve a calcular. La crisis, que hoy infecta todos los sectores de la economía, se intuye irremisiblemente destinada a cuajar en una quiebra de la paz ciudadana, comprensible, por otra parte, a la vista de los múltiples descosidos que semejante cúmulo de desgracias provocará en nuestro tambaleante "estado del bienestar".
Para conjurar ese peligro no bastan las declaraciones bienintencionadas. Afirma Zapatero que su Gobierno, pese a las dramáticas circunstancias, "no recortará los derechos de los trabajadores". Valga como expresión de un deseo esperanzador. Pero es sólo eso, un deseo, que además de no ir más allá de lo garantizado por las leyes, depende de hechos que en absoluto él domina. Alguien ha escrito -y yo comparto- que el principal de tales derechos es el de obtener un empleo digno y que, a la postre, si éste falta (lo que desde luego, en este momento, no pueden evitar ni Zapatero ni su equipo) todos los equilibrios se vendrán abajo.
Los que sí parecen haberlo entendido son Comisiones Obreras e Izquierda Unida. Las primeras declaraciones del nuevo secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, recordando que su sindicato "sacará los trabajadores a la calle" y la insinuación de Cayo Lara, flamante coordinador de IU, en el sentido de considerar probable una próxima huelga general, envían un mensaje nítido: delira quien piense que le sobrará con sus encantos, optimismos y sonrisas para detener la avalancha que llega.
Queda, por supuesto, que al líder le fulmine un repentino ataque de cordura. Que comprenda que vivimos tiempos excepcionales en los que se necesitarán todas las manos y todas las ideas. Que se avecinan horas amargas en las que la política partidista debería dejar paso a amplios acuerdos, incluso de gobierno, que aminorarían los efectos de tan arriesgadísima deriva. Una sensatez -soy escéptico- que uno ignora si tiene sitio en sus entendederas y hasta si, en el fondo de sus utopías, le agrada, convence e interesa. -