Fotografía de José Ramón Sánchez Una ventana de la Casita de Campo capturada desde el interior *** |
Aquí estoy, permanezco muda y vosotros
sigilosos pasáis por mi lado con la cabeza vuelta. No queréis mirarme, es como
si sintierais repulsión al ver mi aspecto, pero… yo sé que en el fondo…lo que
os ocurre es que os sentís entristecidos, o avergonzados, o enrabietados… no sé cómo
podría calificarlo.
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Sé que ya no me queda mucho
tiempo y vosotros también lo sabéis, pero en cambio… no hacéis nada.
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Unos piensan que yo fui testigo de
la esclavitud de vuestros antepasados y que por tal motivo debiera desaparecer,
otros, sin embargo, y afortunadamente… me ven con los ojos del reconocimiento, el
reconocimiento a esas personas que en otro tiempo trabajaron duro de sol a sol para que
yo permaneciera impecable y… que si vieran ahora en lo que me he convertido se sentirían
defraudados, como si su sacrificio no hubiera servido para nada, como si vieran como sus
vidas se desintegraran y desaparecieran algún día entre mis ruinas.
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Si yo permaneciera elegante como
antaño, los hijos de vuestros hijos… algún día pisarían el mismo suelo que sus
antepasados, y sentirían en sus carnes el sufrimiento de ellos, como los
visitantes de las pirámides sienten el sufrimiento de aquellos... que las construyeron
a golpe de látigo.
...
No me abandonéis! No paséis por
mi lado como si huyerais de un apestado! No os lamentéis con hipocresía de lo
que se debiera haber hecho y no se hizo, eso… solo son escusas…
...
Un lamento se ahoga en mi
interior, un grito de agonía clamando a quien pueda interesar mi sufrimiento.
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Solo tres palabras: NO ME
ABANDONES
....
(Rosa Estorach)
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